La capoeira es el camino de la libertad. Fue así para los negros esclavizados, ha sido así para todos quienes se acercaron a ella en la intimidad.
La capoeira es danza, fue necesario ser así. Noche y día, el señor, látigo en la mano, tenía el ojo en el negro, o carabina en el camino de la huida de la libertad.
Pero danzar no era prohibido, crear, jugar con los movimientos como hacen los animales. “Mejor tener esclavos alegres”, habría de pensar el señor, pues “¡producen más en la cosecha!”.
“En la noche los hombres huyen”, decía el viejo al niño, al pie del oído, “¡aprenda a danzar, esté listo para juntarse con los libres!”. Eran las primeras enseñanzas, la semilla de la libertad plantada en la belleza y en la alegría del baile.
Adiestrarse, superarse, conocer su propio cuerpo, sus posibilidades y límites, cambiar la suerte, rescatar la libertad, edificar la personalidad, el carácter, elevar el espíritu. Era la llama a mover al niño, nortear al joven, aconsejar al viejo.
En la vida hay trampas, enemigos mortales, obstáculos difíciles, hay planicies correderas y cascadas!
Libera al hombre interior, huir es un imperativo. Aunque le cueste la vida, la esclavitud no es más posible.
Afuera, en el Quilombo, la vida es nuevamente libre, como antes en África.
Y, mientras llega la libertad, el negro baila, es necesario danzar, estar listo. La oportunidad viene de sorpresa, no avisa y no manda recado.
De repente, solos, lejos de la mirada del señor, del fiscal, a la sombra de la luna nueva o por entre los campos, la danza se revela, sonrisa en el rostro, gestos decididos, movimientos libres, comienza el juego de la vida.
Capoeira ahora es lucha, una lucha de bailarines, una danza de gladiadores. “Berimbau me está llamando, ya es hora de luchar”.
Actualmente, la capoeira, así como el carnaval, la samba, el candomblé, la feijoada, está entre las prácticas más autenticas de la cultura brasileña, digna de admiración y respeto en todos los rincones del mundo.
La cultura negra terminó por constituirse en la propia esencia de la cultura brasileña y la capoeira se transformó en una manifestación de lucha y fiesta, de la danza y del juego de la vida. Un espectáculo creado por todos: cantores, trovadores, jugadores y la platea.
En las universidades extranjeras y medios especializados, los investigadores de vanguardia reconocen la capoeira como una contribución cultural de amplio alcance, de profunda dimensión terapéutica, equivalente a disciplinas psicoanalíticas capaz de combatir el estrés: de erguir al débil en fuerte; de transformar al sometido en libre; al tímido en extrovertido; al inseguro, sin miedos; de dimensión estética equivalente en belleza y plasticidad a las danzas clásica universales, y de dimensión política y cultural, capaz de asegurar la identidad propia de los grupos y personas que la practican.
MESTRE REGINALDO VÉIO
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